Ensayo personal sobre el aborto

Embrión humano
Un embrión humano poco después de la fertilización. K. H. KJELDSEN/SCIENCE PHOTO LIBRARY/Getty Images

Se presenta a continuación un ensayo personal sobre el aborto. Si quieres saber más acerca de este género literario, se recomienda leer los enlaces a concepto de ensayo, sus partes y sus características.

Posiciones a favor y en contra del aborto 

En pocas palabras el aborto es la interrupción del embarazo, ya sea en forma voluntaria o involuntaria. Pero detrás de esta fría y breve definición hay mucho más que se debe analizar, desde el contexto en el que sucede, hasta su razones, si hay peligro para la madre o el feto, o si es una decisión personal y consciente de la mujer que se somete al procedimiento. El aborto siempre ha sido un tema polémico y  motivo de debate entre quienes están en contra de su legalización y quienes buscan se despenalice en los países en los que el ordenamiento jurídico está en contra. Otra de las razones por las que la discusión se acalora es el componente religioso que los devotos traen a la mesa, invalidando las convicciones personales de quienes no creen en su misma doctrina y quienes buscan el respeto a sus ideas y posiciones. Lo que el aborto pone en evidencia es la imposibilidad de mantener un diálogo abierto y respetuoso, porque para ambas partes la posición del otro es la inadecuada, y encontrarse en un punto medio imposible.

A pesar de las dificultades, una especie de punto medio se ha conseguido en algunos países donde el aborto es legal bajo algunas circunstancias específicas, y solo en esos casos. Para quienes están a favor del aborto este paso es insuficiente, porque borra de plano la posibilidad de la mujer de escoger si quiere o no llevar a término un embarazo que no puede ser interrumpido porque no cumple con los requisitos del estado (enfermedad para el feto o la madre, violación). Para quienes están en contra sigue siendo una concesión inconcebible, dado que sin importar las condiciones de la gestación, de la madre o del feto, se busca llevar a termino un embarazo sin importar las consecuencias.  

El argumento más utilizado para defender la práctica del aborto es el que afirma que la mujer tiene el absoluto derecho de disponer sobre su cuerpo. La libertad de cada persona es inviolable y por lo tanto, si la mujer no desea tener un hijo aunque ya esté embarazada, el estado debería garantizarle ese derecho y proveerle la atención necesaria para llevar a cabo el aborto. Hay que pensar solamente en el caso de una madre de tres hijos que es cabeza de familia, y que no tiene como sostener financieramente a un cuarto; o la mujer que queda embarazada dentro de una relación abusiva y violenta y que no quiere traer el mundo a un hijo que crezca en las mismas circunstancias; o quien es muy joven aún para afrontar los retos de la maternidad y no cuenta con la infraestructura económica ni el apoyo emocional para convertirse en madre. Todos los casos anteriores son válidos. Pero no lo son para la ley de muchos países. 

Por otro lado hay que ver las condiciones sociales de determinado país de manera global y no en el caso específico de cada mujer. Países en vía de desarrollo en donde hay miles de millones de personas atrapadas en ciclos de pobreza e ignorancia, son también los ambientes más propicios para embarazos indeseados. En esos mismos países hay clases más privilegiadas en donde las mujeres cuentan con servicios de salud e infraestructura económica para llevar a término un embarazo; pero estos son casos aislados. Hay que buscar el bienestar global, y pensar en resolver las necesidades de los más pobres, no satisfacer a los más ricos e influyentes. Abortos realizados en clínicas ilegales y hospitales clandestinos son los que causan más muertes entre mujeres en edad fértil; permitir el aborto sería, respetar la libertad de cada mujer de disponer de su cuerpo, y proveer a la sociedad de una sistema de salud respetuoso que ponga el bienestar de las mujeres como una prioridad. 

Otro argumento de quienes están a favor del aborto habla de que el embrión fecundado, en la primera etapa del embarazo, aún no constituye un ser humano, sino un conjunto de células y por tanto, al decidir interrumpir el embarazo, en realidad no se está acabando con la vida de una persona. Aquí la conversación adquiere niveles ontológicos porque se entra a debatir cuándo comienza la vida y cuándo un ser humano se convierte en tal. Algunos países permiten el aborto antes de las 12 semanas de gestación y otros países lo permiten hasta más avanzado. 

En la otra cara de la moneda, quienes están en contra del aborto, en inglés llamados pro-life, señalan que el principio a la vida es más importante que el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo, ya que se trata de proteger la vida de un ser indefenso. Regresamos a la discusión de cuándo el feto es un ser humano, pero sobretodo a poner sobre la mesa que los derechos de la mujer están en las manos del estado. 

Por otro lado hay que preguntarse por qué los derechos de las mujeres, sobretodo este tan íntimo y relevante, está en manos del estado. ¿Acaso los hombres tienen que pedir permiso para hacer libre uso de su cuerpo? ¿Cuándo se ha visto a un hombre demandando al estado para someterse a una vasectomía? ¿No es, en alguna medida, un procedimiento que pone en peligro la vida?. Los estándares con los que se tratan las necesidades de los hombres y mujeres son diferentes, y moralmente escurridizos.

Para tomar un posición al respecto del aborto hay que, primero, informarse. El aborto seguirá siendo un tema que siempre generará enfrentamientos entre la sociedad, ya que va a crear una división entre sus detractores y sus defensores. Pero hay que también pensar si no estamos muy entrados en la historia como para tener que poner bajo el lente de aumento la vida privada de las mujeres, sus opciones, sus preferencias y sus sueños. Los legisladores no tienen derecho a decidir sobre lo que las mujeres quieran hacer respecto a un embarazo, porque cada potencial niño que viene al mundo trae a sus espaldas las consecuencias de las elecciones de sus padres. Si una madre considera que no quiere traer el mundo a un niño por las razones que sean, hay que escucharla y darle la oportunidad de que este proceso, doloroso y emotivo, se haga en un ambiente respetuoso donde ella sienta que su voz cuenta. Así mismo también hay que escuchar a la madre que, a pesar de los diagnósticos médicos, quiere llevar a término un embarazo que se considera riesgoso. El punto clave de la discusión es darle, por fin, una la voz a las mujeres.