Ensayo sobre la vida

Reflexión sobre cómo no dejar que la vida nos consuma

fine artist in outdoor studio working on painting
Jason Todd/Getty Images

El siguiente texto es un ensayo personal acerca de la vida. Se invita a leerlo con cuidado y analizar las características del género ensayístico. En la obra, se habla de reflexión acerca de las diferentes acepciones de vida, así como se invita a vivirla como una aventura.

Para una lectura adicional si se desea escribir un ensayo propio, se recomienda la guía sobre cómo escribir un ensayo paso a paso.

Qué es la vida: definiciones varias

A quien no le ha tocado dar una definición personal acerca de esta palabra tan utilizada. Una palabra tan utilizada, pero a veces tan poco entendida. En el diccionario de la Real Academia Española, “vida” posee unas veinte definiciones. Algunas de ellos son: 

Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee. Estado de actividad de los seres orgánicos. Unión del alma y del cuerpo. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte.

Analizando estas definiciones, podemos ver que existe un elemento común en todas ellas, el cual consiste en un dinamismo, en un movimiento continuo. La vida es eso, es movimiento continuo, es acción.

Otro elemento frecuente para entender el concepto tiene que ver con el aspecto espiritual. La vida no es solo movimiento, es también “alma”. Las almas hacen referencia a un elemento no visible.

La vida como acción: la necesidad de lanzarse

El mundo no se detiene. Aun no haciendo nada, aun en el más completo silencio o en la paz más tranquila, existe un devenir como invisible, imparable, inevitable.

Estamos en una sociedad que cada dia quiere vivir más deprisa. Impulsado por el avance de la globalización, vivimos pero sin vivir. Cabe preguntarnos seriamente, cuando conciente estamos de esta avance. Vivir pero no sentir. Dejar que la vida y sus caminos nos consuman.

Oscar Wilde decía que “Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”.

Un objeto existe, un paisaje, una mesa. Pero, nosotros, podemos también dejarnos “existir” y quedarnos quieto, mientras la vida avanza. Por tanto, la inercia de la vida es equivalente a la muerte misma de nuestro espíritu.

Ejemplo concreto

Juan, trabaja todos los días en una oficina de correos. Se pasa el día, de ocho a cinco de la tarde ordenando cartas, cargando datos en el ordenador. Juan tiene una mirada muy seria todo el dia. No le gusta su trabajo, pero tampoco parece disgustarlo. Se podría afirmar que le es indiferente si siente que debe trabajar simplemente para poder ganar el dinero necesario y así tener cubierto sus necesidades básicas.

Cuando tiene tiempo, a Juan le gusta pintar. Pero no lo hace siempre, a veces ya llega muy cansado y no tiene ánimos para tomar el pincel. Cuando pinta, se puede ver en su rostro un leve sonrisa. Se nota que le encanta ese breve tiempo en que puede sentirse libre, ser simplemente un artista que ama su arte y lo plasma. Pero la sonrisa y ese momento mágico dura muy poco. Al rato Juan ya cambia su rostro serio, y vuelve al trabajo, a su rutina.

Podríamos criticar la vida de Juan de muchas formas. Podríamos decir que tiene un trabajo miserable y que no se anima a dar el salto. ¿Salto para qué? Un salto de fe a creer en su propia potencialidad. En su propia fuerza interior.

Juan, como bien lo firma Oscar Wilde, solo “existe”, cuando realmente vive, aunque sea por un corto espacio de tiempo, es cuando pinta, cuando se le ve esa sonrisa en el rostro.

El rostro del tiempo, en realidad, no vive.  La vida es un siempre tomar riesgos y lanzarse. Es creer en la propia capacidad y no dejarse llevar por la corriente por la que todos van como dormidos.